Por Roberto Mestizo Chávez
Uruapan, Mich.- Una serie de sentimientos, desde la tristeza hasta el miedo y la ira, se desbordaron este lunes en Uruapan, sobre todo entre los jóvenes.
El agente detonador fue el asesinato del presidente municipal, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, y la exigencia de justicia en este caso.

Con apenas pocas horas de anticipación, miles de jóvenes, alumnos de escuelas públicas y privadas, se reunieron en las instalaciones de la Escuela Preparatoria Lic. Eduardo Ruiz (EPLER), para realizar una marcha con destino la Plaza Morelos, en el centro de esta ciudad.
Durante el recorrido se olvidaron las diferencias sociales, económicas y culturales, pues era un contingente unido para exigir justicia en el caso de Carlos Manzo, pero además para demostrar que no son seres inertes, sino personas vivas, interesadas en formar una sociedad más justa y acabar con los abusos de quienes ostentan el poder.
Reunidos en la Plaza Morelos, aprovecharon para informar que representantes de diversas escuelas de los niveles superior y medio superior, se reunieron la tarde/noche del domingo, para organizarse en un solo equipo, al que le dieron el nombre de Sindicato de Jóvenes Estudiantes de Uruapan.
Por la tarde, fueron cientos de campesinos de comunidades indígenas de este municipio, los que realizaron una marcha desde la avenida Paseo Gral. Lázaro Cárdenas del Río hasta el centro de esta ciudad, para estar presentes y velar en la primera misa del novenario en memoria de Carlos Manzo.
«Ha sido el único presidente que se preocupó realmente por nuestras comunidades y nos apoyó en todo lo que pudo», dijeron mujeres con lágrimas en los ojos, y hombres con un evidente nudo en la garganta.
Por la tarde/noche, fueron estudiantes de escuelas vespertinas los que realizaron una marcha, durante la cual protestaron en estaciones del Teleférico Uruapan, que se encuentran en construcción.
Por otra parte, se están rezando al menos tres novenarios por el alma de Carlos Manzo: uno en la parroquia de San Francisco, otro en la Parroquia de Guadalupe y uno más en la capilla del Santo Niño de Atocha, en la zona oriente de esta ciudad, indicándose que incluso pueden ser otros tres, uno en la colonia Casa del Niño, otro en Las Lomas y uno más en las comunidades indígenas.


