Por Adrián Rito Rodríguez
Morelia, Mich.- “Trabajar menos, vivir mejor”, dicen. Pero en realidad es: trabajar menos, producir menos, ganar menos… y vive peor. Así podríamos resumir la flamante iniciativa “Jamás aplicada en el mundo” — Guiño, Guiño — en México para reducir, por decreto, la jornada laboral a 40 horas semanales. Una propuesta que suena tan bien, como el socialismo en un folleto de primaria… hasta que te toca pagarlo con desempleo, inflación y empresas cerrando.
Porque, claro, cuando los políticos, Influencers y Sindicalistas tocan la economía, la lógica huye por la ventana. ¿Cómo no estar emocionados? Si lo aprueban, en vez de crecer, competir o atraer inversión, vamos a ser los nuevos pioneros en la carrera hacia la improductividad… como Francia en los 2000, el Ministerio de Trabajo estimó que la ley de 35 horas generó unos 350.000 empleos extra, no dos millones como alegaban sus inteligentes defensores. Sin embargo, casi todos los expertos con 2 dedos de frente coincidieron en que esa contratación adicional se debió a la rebaja de cotizaciones sociales (subvenciones a las empresas), no a la reducción de horas en sí, ósea el estado respaldado la irrealidad de sus propias medidas.

Entre expertos en leyes, influencers y sindicalistas, pero no en economía
¿Y quién está detrás de esta joya legislativa? Políticos “expertos” que entienden la economía como una alcancía infinita: más impuestos, más gasto, más votos… y luego a ver quién limpia el desastre. Porque claro, recortar horas sin tocar salarios suena muy “progresista”, pero solo hasta que los costos se disparan, la inversión huye, y los empleos desaparecen como los medicamentos del IMSS.
Nadie ha explicado cómo una empresa de 5 personas va a contratar una sexta solo porque el Congreso lo dijo. Espóiler: no lo hará. Simplemente, reducirá producción, subirá precios o despedirá al más lento. Pero eso no lo ven desde el escaño, entre aplaudidores y conferencias llenas de promesas vacías.
Y no faltan los influencers pagados por el Estado, esos que entre un unboxing y otro, ahora se convierten en expertos laborales, aplaudiendo la medida sin entender sus implicaciones económicas. Todo sea por mantener cromado y contento al patrón que les paga.
Por otro lado, los sindicalistas, eternos defensores de los “trabajadores” (y de sus propios privilegios), apoyan la reforma con entusiasmo. Claro, ellos no sufrirán las consecuencias económicas; su salario proviene del presupuesto público y no de su la productividad real.
Francia lo intentó con su jornada de 35 horas. ¿Resultado? Menor productividad total, más rotación laboral, empresas que pagaban más por menos, y un estado subsidiando el caos. En Chile, un informe técnico advierte que bajarla a 40 horas causaría una caída del PIB entre 0.5% y 1.5%. Pero no, aquí preferimos la pancarta al Excel y el uso de neuronas.
Y si hablamos de México, con su informalidad laboral del 55%, imponer menos horas a la minoría formal solo logrará una cosa: más informalidad, menos ingresos reales, y más jóvenes sin oportunidades. Porque si creías que iban a contratar a tu hijo para cubrir las horas que tú ya no trabajarás… más vale que le regales una bici y lo pongas a vender tamales.
Este tipo de medidas no son progresistas. Son populismo legislativo puro. El tipo de decisiones que se toman para ganar aplausos de TikTok, no para construir un país. Porque mientras Javier Milei en Argentina recorta el gasto, reduce el déficit y limpiar décadas de demagogia, en México creemos que la economía crece con «Decretos y abrazos».
Reducir la jornada suena lindo… hasta que te llega el recibo de luz más caro, te corren por “reestructuración” y tu jefe empieza a preguntarte si no preferirías “freelancear”.
Reducir la jornada laboral sin un plan real para mejorar la productividad o aumentar la producción, sin incentivos fiscales para las empresas, y sin tocar la informalidad, es una receta segura para estancamiento. Pero claro, eso no importa si puedes salir a presumir en redes que “defendiste los derechos laborales”. Aunque estés en Congreso, cobrando 150 mil al mes y trabajando… tres días a la semana, eso si no estás aprobando en FasTrak leyes de la Presidenta con A.