Huevo, Pan y Leche: Repensando el impacto cultural y político de la unión entre América y España
POR ADRIAN RITO
La hispanidad, uno de los fenómenos más influyentes y, a menudo, incomprendidos de la historia, sigue siendo un campo fértil para el debate. El encuentro entre América y España, comúnmente reducido a una narrativa de conquista y dominación, fue mucho más que eso: fue un proceso complejo de mestizaje cultural, religioso, y político que dio origen a una civilización global. Sin embargo, este legado sigue envuelto en controversia, principalmente debido a la persistencia de la leyenda negra, una visión eurocéntrica que ha distorsionado la comprensión de la expansión hispánica. Autores como Juan Miguel Zunzunegui, María Elvira Roca Barea y Luis Antonio Ribot García invitan a repensar este capítulo histórico desde una óptica más justa y equilibrada.
El mestizaje: la verdadera esencia de la hispanidad
La unión entre América y España fue, ante todo, una unión de culturas y pueblos. Juan Miguel Zunzunegui, en sus análisis, insiste en que la hispanidad no puede entenderse sin reconocer el proceso de mestizaje que ocurrió a lo largo del imperio. Más allá de las batallas y la conquista, fue un encuentro que fusionó las tradiciones indígenas americanas con las europeas, creando una nueva identidad. Este proceso, que se extendió por todo el continente americano, resultó en la conformación de una civilización que no era ni puramente indígena ni puramente europea, sino una combinación única de ambas. El idioma español, por ejemplo, se convirtió en el lazo que unificaba a estos territorios, pero también lo hicieron las leyes, la religión y las costumbres.
Zunzunegui señala que, contrariamente a la visión reduccionista que plantea la conquista como un acto únicamente de violencia y opresión, el proceso incluyó también la creación de estructuras sociales, políticas y culturales que favorecieron la integración y el mestizaje. Este mestizaje no solo fue racial, sino también intelectual y espiritual, al mezclarse la cosmovisión indígena con la tradición cristiana traída por los misioneros españoles. La creación de universidades, hospitales y catedrales, muchos de los cuales aún perduran, son testimonios vivos de ese proceso.
La leyenda negra y la distorsión histórica
María Elvira Roca Barea, en su obra «Imperiofobia y Leyenda Negra», sostiene que la leyenda negra ha sido uno de los mayores obstáculos para comprender adecuadamente el legado de la hispanidad. Estas narrativas, propagada principalmente por los rivales de España en Europa, como Inglaterra ,Países Bajos y la Francia de Napoleón Bonaparte
, presentó a España como un imperio brutal y tiránico, eclipsando las contribuciones culturales, sociales y económicas que el imperio trajo consigo.
Roca Barea argumenta que esta visión distorsionada ha perdurado en gran medida debido a prejuicios coloniales que favorecieron a los poderes emergentes protestantes, que querían desacreditar la hegemonía española. Bajo esta óptica, la evangelización, la creación de instituciones educativas y jurídicas, y el establecimiento de una infraestructura social en América se presentaron erróneamente como meros instrumentos de opresión. Sin embargo, la realidad es más matizada. España, al igual que cualquier otra potencia imperial, tuvo sus sombras, pero también fue responsable de crear un tejido social que perduró más allá del periodo colonial.
La autora enfatiza que, frente a otros imperios europeos que se limitaron a explotar sus colonias como Francia e Inglaterra, España integró a los indígenas en su sistema administrativo y social. Los pueblos originarios, en muchos casos, no solo fueron evangelizados, sino también educados y protegidos por las leyes de la Corona española, que prohibía la esclavitud indígena y promovía su defensa frente a los abusos, estas leyes dictaminadas por Isabel la Católica.
La estructura administrativa del Imperio español
Luis Antonio Ribot García ofrece una visión más institucional del Imperio español, destacando la sofisticada estructura administrativa que permitió la gobernanza de vastos territorios a lo largo de América. Para Ribot, el modelo de gobierno hispánico fue pionero en muchos aspectos. A diferencia de otros imperios, España no trataba sus territorios americanos simplemente como fuentes de recursos, sino como una extensión natural de la monarquía. Los virreinatos, audiencias y cabildos que se establecieron en América replicaban las instituciones de la península, creando un sistema de gobernanza multinacional que integraba a los criollos y, en algunos casos, a las élites indígenas.
Ribot subraya que, aunque existieron tensiones entre la metrópoli y las colonias, la política imperial española fue, en muchos aspectos, más inclusiva que la de otros imperios europeos. Los criollos, hijos de españoles nacidos en América, llegaron a ocupar altos cargos en la administración imperial, y las reformas borbónicas del siglo XVIII buscaron modernizar las estructuras administrativas, impulsando una mayor participación de los habitantes locales en los asuntos del imperio.
La religión como vínculo de unión
Otro de los elementos clave en la unión entre América y España fue la religión católica. La evangelización fue una prioridad para la Corona española, y los misioneros desempeñaron un papel crucial en la consolidación del imperio. La construcción de iglesias, monasterios y misiones en todo el continente americano no solo fue un esfuerzo de conversión espiritual, sino también de cohesión cultural. La Iglesia católica se convirtió en un pilar de la vida social y política en América, promoviendo la educación y el bienestar social.
La evangelización, sin embargo, no fue un proceso simple ni unilateral. Muchos indígenas adoptaron el cristianismo fusionándolo con sus propias creencias y costumbres, dando lugar a una religiosidad sincrética que aún hoy persiste en muchos países de América Latina. Este fenómeno es otro ejemplo del mestizaje cultural que caracteriza a la hispanidad, donde elementos europeos e indígenas se mezclaron para formar algo nuevo y único.
El legado de la hispanidad en el mundo moderno
El impacto de la unión entre América y España sigue siendo palpable en el mundo moderno. Los países de América Latina comparten no solo un idioma, sino también una historia y un conjunto de valores que tienen sus raíces en esa etapa histórica. La hispanidad ha dado lugar a una comunidad global que, a pesar de las diferencias entre sus países, se reconoce como parte de una misma herencia cultural.
La obra de Zunzunegui, Roca Barea y Ribot García nos invita a repensar la historia de la hispanidad desde una perspectiva más amplia y compleja. La unión entre América y España no fue una historia de opresión y explotación, como a menudo se ha presentado, sino una historia de creación, mestizaje y desarrollo. La lengua, la religión, el derecho y las instituciones que se establecieron durante el periodo Virreinal siguen siendo elementos centrales de la identidad hispanoamericana.
Hoy, más que nunca, es necesario reivindicar la hispanidad como un legado que trasciende los conflictos del pasado y que ha dejado una huella indeleble en la cultura global. Reconocer su complejidad es el primer paso hacia una comprensión más justa de nuestra historia compartida.