Con esas palabras concluyó el Novenario en memoria a Luis Alberto Diaz.
Roberto Mestizo Chávez
Uruapan, Mich.- «El mejor homenaje que le podemos hacer a mi hijo es que todos trabajemos para que los niños y jóvenes, sin importar su extracto social, puedan acudir a estudiar en un clima seguro y de paz, sin temor a la violencia ni a la delincuencia».
Con ese mensaje, este domingo el padre de Luis Alberto Díaz Valencia, agradeció a los compañeros de estudios de su hijo, a sus profesores y a la sociedad en general, el apoyo y las muestras de solidaridad recibidas luego de que el 19 de febrero, cuando las autoridades intentaron rescatar al joven de 16 años de edad, estudiante de secundaria del Instituto Morelos, cayera víctima de un fuego cruzado entre sus captores y elementos de la Guardia Nacional.

Para el último Rosario del novenario en memoria de Luis Alberto Díaz, se convocó a una caminata desde la glorieta en que se encuentra el monumento al Gral. Lázaro Cárdenas, hasta el Instituto Morelos.
Tal y como se solicitó, la gente que acudió en gran número, lo hizo vestida de blanco, sin portar mantas o cartulinas con alguna leyenda, y sin lanzar insulto alguno a personas, grupos o instituciones.
A esta caminata, que inició a las nueve horas, se sumaron alumnos de otras instituciones educativas, grupos de ciclistas y de asociaciones charras, entre otras.
En el patio principal del Instituto Morelos, en la colonia La Magdalena, se rezó el Rosario, mencionando en cada misterio que la muerte no es el final de la vida, sino el inició de una nueva etapa, destacando que la mejor manera de enfrentar un duelo de esta naturaleza no es llorando, ni quejándose, ni siquiera sintiendo nostalgia, sino recordando en todo momento los mejores momentos con nuestros seres queridos, y trabajando para construir la mejor de las sociedades.
«Hoy, la
Comunidad Marista a nivel mundial está acongoja, está triste. Pero respondemos de la única manera que sabemos: redoblando esfuerzos para que pronto gocemos de esa sociedad ideal. En nosotros no cabe el odio ni el resentimiento, solamente hay lugar para amar a nuestros semejantes», dijeron representantes de los Hermanos Maristas.
Al terminar el Rosario, el padre de Luis Alberto, acompañado de su esposa e hija, agradeció públicamente con voz firme, segura, sin que se quebrara por la tristeza, a los profesores de su hijo por todo el cariño que le dieron, porque siempre se esforzaron para que fuera mejor ser humano, mientras que a los amigos de su hijo les recalcó: «Luis Alberto no se ha ido. Está ahí, en su casa, en su recámara, esperándolos para seguir jugando con sus carritos, con sus videos y equipos. Siempre serán bienvenidos pues es la forma en que agradecemos todo el cariño que le han dado»