Por Adrián Rodríguez – Columna de Opinión
El Gobierno de México, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, acaba de anunciar su nuevo As bajo la manga: si quieres un chip para tu celular, primero entrégale al Estado tu nombre completo, CURP e identificación oficial. Porque, claro, nada dice “libertad” como que el gobierno necesite saber exactamente quién eres antes de permitirte hacer una llamada.

Según la mandataria, el objetivo es combatir el uso de líneas anónimas por parte de la delincuencia organizada. Porque sí, el crimen organizado, tan sofisticado como siempre, ahora aparentemente se va a frenar cuando le pidan presentar su INE y un comprobante de domicilio.
El plan está contemplado en la nueva Ley de Seguridad y en la Ley de Telecomunicaciones, actualmente discutidas en el Congreso. Las reglas son claras: sin registro, no hay línea. Como quien dice, no hay SIM sin SUMisión.
Pero la historia ya nos dio este capítulo. No es la primera vez que se quiere instaurar un padrón nacional de usuarios de telefonía. Felipe Calderón lo intentó en 2008, terminó filtrándose, y fue un desastre. AMLO también lo intentó, y fue detenido por la dupla INAI-SCJN, que le dijo que eso de jugar a “1984” con nuestros datos era inconstitucional. Ahora Sheinbaum va por el tercer round ahora sin INAI-SCJN, y a este paso, el cuarto lo encabezará Skynet y creo, sería menos aterrador.
Un Padrón que no combate el crimen, pero sí expone a los ciudadanos
Expertos en derechos digitales como Electronic Frontier Foundation han advertido que este tipo de registros no disuaden a los criminales (quienes, por cierto, tienen acceso a tecnología para falsificar líneas o utilizar identidades robadas), pero sí colocan a los ciudadanos comunes en un estado de vulnerabilidad absoluta.
Peor aún, cualquier suplantación de identidad en una línea registrada podría implicar cárcel automática, mientras que tú intentas demostrar que no eres tú. ¿Y el debido proceso? Bien, gracias ¿Y Usted?
Lecciones de la historia: cuando los registros sirven para vigilar al enemigo… del poder
Los registros de datos no son nuevos. En Alemania nazi, los censos sirvieron para identificar y exterminar a judíos. En Ruanda, las tarjetas de identidad étnica facilitaron el genocidio. Y en China, el sistema de crédito social penaliza la disidencia usando vigilancia digital.
Y como advirtió el Filósofo e historiador francés Michel Foucault, no hace falta un dictador para vigilar: basta con un sistema que te haga sentir constantemente observado. Bienvenidos al panóptico (modelo de vigilancia y control social que se basa en la idea de que el poder se ejerce a través de la observación constante y la amenaza de ser observado) telefónico.
Según el INEGI, el 95% de los delitos cometidos con teléfonos no provienen de líneas registradas, sino de redes privadas, cifradas o robadas. Entonces, ¿el padrón servirá realmente para frenar delitos? Spoiler: no. Pero servirá para tener a millones de ciudadanos identificados, localizados y potencialmente vulnerables.
Y si creías que este padrón se mantendrá seguro, recuerda que en México el 70% de las bases de datos públicas han sido vulneradas en la última década. Ya lo dijo 0r: “Los datos siempre terminan siendo usados para cosas distintas de para lo que fueron recogidos”.
¿Y si alguien quiere protestar?
Imagina una protesta social o elecciones donde maduro digo morena no esté ganando y la gente comience a protestar en redes sociales. El gobierno rastrea a todos los participantes a través de sus celulares registrados y vinculados a tus redes sociales; y que aparezca no sé, un carro del ejército a preguntarte en la puerta de tu casa “Disculpe ¿Qué hora tiene?” ¿Te suena descabellado? Ya ocurrió en países como Egipto y Hong Kong, donde los manifestantes terminaron en listas negras, en México en una Bolsa negra y en el régimen de maduro en la última eleccion donde personas que por azares del destino fueron secuestradas por publicar en favor de Edmundo González y Maria Corina Machado.
Porque en México, donde las instituciones son porosas y los datos fluyen como la sangre de los muertos, el riesgo no es “sí” se usará con fines políticos, sino “cuándo” serán usados y “que pasará” cuando los usen.
¿De verdad creen que los narcos harán fila con su CURP?
Es la pregunta que ningún funcionario ha respondido. ¿Acaso imaginan a un operador criminal en una tienda Telcel diciendo: “hola, vengo por mi SIM, aquí mi CURP, INE y mi selfie” No, señora presidenta. Los únicos que harán fila serán los ciudadanos comunes.
Si esto es por “tu seguridad”, ¿por qué se siente como vigilancia?
Este padrón no es una herramienta contra el crimen, es una herramienta contra el anonimato, la disidencia y la libertad de expresión. Es una pistola digital apuntando a nuestras libertades, en nombre de nuestra seguridad.
Fuentes consultadas:
– INEGI: INPC e inflación (2025)
– EFF: Digital ID Isn’t for Everybody
– CREW: “Why Governments Should Not Buy Citizens’ Data”
– Solove, Daniel J.: Nothing to Hide
– Schneier, Bruce: Data and Goliath
– Orwell, George: 1984
– Foucault, Michel: Vigilar y Castigar
– Zuboff, Shoshana: The Age of Surveillance Capitalism
– Casos históricos: USHMM, PreventGenocide.org